Por: Angie Carrion
¿Quién no recuerda esta famosa obra, realizada por un gran artista Ecuatoriano? Para empezar esta monumental obra es de la autoría de Oswaldo Guayasamín quien nació en Quito en el año 1919 y se graduó como pintor y escultor en la Escuela de Bellas Artes en Quito. Es considerado como uno de los mejores exponentes del expresionismo indigenista, además de ganar todos los premios nacionales en su juventud y en 1952 gana el Gran premio de la Bienal de España y poco después el Gran Premio de la Bienal de Sao Paulo.
Volviendo a la obra, Guayasamín la titula así porque considera que nuestro siglo ha sido el más feroz de la historia de la humanidad. Esta obra está compuesta por 150 cuadros de gran formato y dentro de estas hay colecciones dentro de una misma temática; y el objetivo en sí que toma para hacer esta obra es denunciar la violencia que existe en el mundo. Guayasamín describe la obra de la siguiente manera: dice que es la ira la que se expresa en los ojos por los que va tomando cuerpo en las manos, rostros y en sí la carne sufriente del hombre como tal. La obra como tal también busca ponerle fin al subdesarrollo a la miseria y a todas esas cosas que afligen al hombre y no lo dejan vivir en un ambiente de paz y tranquilidad. Al observar cada uno de estos lienzos me siento transportada a la realidad en la cual vivimos, al ver cada mueca se ve el dolor y la desesperanza y la ira que muestra el hombre al ver tanto sufrimiento en un mundo lleno de enfrentamientos tales como las guerras mundiales, guerras civiles, discriminación racial entre otras cosas.
Los colores que utiliza para hacer toda la colección es el negro y el blanco, lo que muchos críticos dicen que es muy difícil dominar solo dos colores porque esto debe crear en el lienzo la sensación de que hay más colores, además utiliza la cal como elemento fundamental.
En conclusión, esta obra expresa todo ese dolor, angustia, ansiedad, tristeza de lo más profundo de la humanidad; Guayasamín al ver tanta maldad plasma la ira que oprime al mundo, denuncia los abusos que se han cometido como: el colonialismo con la opresión de los pueblos, las guerras mundiales en ellas el genocidio de un pueblo, el maltrato y abuso de los pueblos indígenas, el hambre que azota a los seres más indefensos como los niños y ancianos.
Ver la obra de Oswaldo Guayasamín es ver la más viva expresión del sentir de la humanidad pidiendo un alto a tanta maldad en el mundo, como puede ser que seres vivos de una misma especie se causen tanto daño. Llamar al mundo a tomar conciencia y con aquellas palabras que le siguen a una tragedia de “Nunca más’’, debemos luchar por que nunca más vuelvan a ocurrir tales barbaridades, no permitir que gente muera de hambre, que las guerras y luchas por el poder acaben con niños, mujeres, hombres con pueblos enteros que lo único que aspiran es vivir en paz. Cuando la globalización deje ser económica y política buscando solo poder y esta sea más humana que luche por el bienestar de la humanidad que una a los pueblos mirando hacia una misma dirección, hacia la paz mundial. Unidos como especie lo lograremos pero mientras miren el color de ojos o de piel, mientras la religión, la cultura y la costumbre nos distinga entre pueblos y nos separe, mientras gente inescrupulosa solo piense en dinero y poder existirán estas barbaridades que permiten que gente muera por que no tienen que comer o porque no puede ir al médico por falta de dinero, o como las transnacionales que explotan la tierra o nuestros mares sin medir la contaminación que provocan y cuando la tierra llora y quienes pagan ese sufrimiento de la tierra es gente humilde con inundaciones, terremotos, olas de calor o de frio entre otras cosas que afectan día a día a miles de personas, y como punto final recordemos que el dinero no lo compra todo, tener más poder no significa ser más humanos; pongamos un alto para vivir entre hermanos que es como Dios nos creo.
